En un mundo en el que mucha gente -como ella- va de la oficina a casa y de casa a la oficina, la protagonista vive en una Barcelona vendida al turismo y sumida en la precariedad, donde conseguir una vivienda digna es más difícil que encontrar un lince ibérico.
La otra cara de la moneda la personifica Caterina, la amiga que ha conseguido librarse de las ataduras de esta existencia a menudo absurda que tenemos. ¡Qué difícil llevar una vida satisfactoria en una sociedad que no pone a las personas en el centro!
Aquí la reseña que he publicado en el Diario ARA.