Yo, que creo que cultivar algunos vicios como la afición al buen vino es un ejercicio más que saludable, soy una feroz detractora del tabaquismo. El sentido común me empuja a pensar que inhalar humo gris no puede ser bueno, de ahí que me aleje de los tubos de escape y no tenga la costumbre de amorrarme a ellos. Para mí los fumadores son unos simples, unos pobres adictos a la estulticia general y a la falta de personalidad. Vieron a alguno de sus ídolos encender un cigarrillo en alguna película ya mítica y allí se han quedado anclados, haciendo gala de su poco carácter. ¿Acaso médicos, juristas, informáticos y taxistas se lanzan al vacío cuando ven a Spiderman hacerlo? Para nada. En cambio fuman como cosacos del alba a la madrugada, sin saber por qué ni para qué, presas de la más triste de las ignorancias y del contagio. Los fumadores son los mismos que se ponen a una cola donde no saben qué se reparte: unos patéticos. Que ahora la ley esté a favor de la inteligencia me llena de satisfacción, y saber que puedo irme a tomar una copa sin llegar a casa apestando, no saben cómo me alegra.
AGITADORAS ha publicado mi opinión sobre el asunto (y ya van seis entradas de "PIENSO, LUEGO RESISTO"):
[La dama de la foto es, como no, la gran Marlene.]