Es la madre de la danza contemporánea, un lugar que nadie podrá ya arrebatarle. PINA BAUSCH creció en el restaurante que sus padres regentaban, pero su pasión por bailar la alejó de los fogones y la llevó con una beca a Nueva York, donde comenzó su carrera tenaz hacia la renovación de la danza, que estaba dispuesta a alejar definitivamente del ballet clásico, abriendo la puerta a una muy personal danza-teatro. Artista genial, tras escandalizar durante años en el Wuppertal Opera Ballet que dirigía, donde algunos espectadores airados intentaron incluso expulsara de la ciudad, se convirtió en la coreógrafa más talentosa del siglo XX, con piezas míticas como Café Müller. Un año antes de morir se subió al escenario del Liceo, donde bailó con uno de esos largos camisones que dejaban asomar su nervuda musculatura, que es como la recordaremos siempre. Quedan las muchas grabaciones de sus espectáculos, y también la película-homenaje que le dedicó su amigo Wim Wenders, Pina.
De ella hablamos en "Mujeres malditas", en Radio 5-RNE. Clicar aquí.
