Voy a tener que empezar admitiendo que no puedo con la cortedad, la falta de sentido común y el garrulismo: juntas o por separado. Uno no elige ser corto de luces o superdotado (un tonto no se hace, nace), pero sí se elige carecer del mínimo sentido común, del mismo modo que se elige ser o no ser un garrulo de los pies a la cabeza. Y como está visto que ser garrulo está de moda y está casi bien visto (basta echar un vistazo a los modelos que se les brindan a los jóvenes en televisión en esos programas que debieran estar prohibidos no ya por su falta de ética, que también, sino por su falta de estética: ¡quién demonios les elegirá el vestuario y el peinado a esos individuos, qué mal gusto!), me queda la pataleta de escribir este artículo, que me ha sentado mejor que un par de mojitos y es el sexto de la serie OPINIONES ROBINSONIANAS, donde digo lo que me place y como me place...
O sea que aquí tenéis mi visión del "Garrulismo" en el texto del mismo título. Clicar
aquí.