No es una novedad que la prostitución siempre me ha parecido una de las peores lacras de nuestra sociedad, aunque sea mejor decir de nuestras sociedades, pues lleva perpetuándose siglos y siglos, para vergüenza de nuestra especie, que de humana a veces tiene bien poco.
A colación de un simpático prostíbulo nuevo con un rasgo bien particular -que provocaría la risa si no fuera porque da pena-, he escrito en el diario ARA el artículo Sóc una puta o sóc una nina?