Este despropósito (que parece querer hacerle la competencia a los muchos países que prohiben la homosexualidad como quien prohibe la ingesta de una cosecha tratada con pesticidas) nos recuerda que la homosexualidad no es ni de lejos una opción sexual más considerada dentro de los márgenes de la normalidad, como le correspondería, sino que se sigue viendo, en pleno siglo XXI, como una anomalía, a pesar de que la UNESCO la excluyera (aunque algo tarde, a decir verdad) de la lista de enfermedades.
El último articulillo que he publicado en AGITADORAS trata de eso y se titula HETEROSEXUALIDAD OBLIGATORIA.