Estos días hay tantas cosas que nos están prohibidas, que más vale aguzar el ingenio para seguir con la vida sin correr el riesgo de recibir una multa por correo dentro de quince días. El maldito coronavirus nos tiene atados de pies y manos: nos impide pasear, visitar a los familiares, quedar con los amigos, ir al cine o al teatro... Y como los restaurantes están precintados, nos obliga a cocinar a diario, que es una pesadilla. En fin, armémonos de paciencia.
Pero los aficionados y las aficionadas a la lectura estamos de suerte. ¡Qué privilegio!, nos decimos. Con un poco de suerte podremos leer mañana, tarde y noche sin que nadie nos moleste. Y encima saldremos más sabios, más sabias. Lo admito, quienes no leen siempre me han parecido muy desgraciados...
Aquí La lectura com a antivirus, mi pequeña aportación a la pandemia.