Altamente aristocrática en sus maneras y, por qué no decirlo, algo esnob. Eso fue la pintora TAMARA DE LEMPICKA, apodada "la baronesa del pincel", aficionada a la cocaína y capaz de buscar sexo de madrugada en las oscuras orillas del Sena en los años de entreguerras. Sobre ella departo con Rosa Gil en "Wonderwomen", de Ràdio 4 (Emisión: 19/12/2013; minuto 20). Escuchar aquí.
"Gran admiradora del arte italiano del
Renacimiento, recorría cada año los museos de la bella Italia para admirar sus
tesoros pictóricos y allí conoció a gentes de muy alto nivel, entre ellos a
Gabrielle D’Annunzio, con quien vivió un episodio de atracción fatal del que
dieron testimonio unas cartas que, cuando salieron a la luz, a Lempicka no le
hicieron ninguna gracia. Aunque D’Annunzio le regaló un inmenso topacio que
lució siempre en la mano izquierda y no se cansaba de repetir su procedencia.
Ignorada por muchos, como por ejemplo Peggy Guggenheim, que jamás la apreció
como pintora, su narcisismo le llevó a ser amiga de otro gran narciso, Andy
Warhol, y entre sus coleccionistas recientes hallamos renombrados artistas como
Barbra Streisand y Madonna."