Es el caso del periodismo cultural, donde ya teníamos bastante con el control de los medios sobre lo que en ellos decimos y escribimos. Solo nos faltaba que en este país de tarugos que es el nuestro a los centros de arte, museos y demás les diera por decirnos a los y las periodistas culturales cuándo los tenemos que visitar. Es su manera de fiscalizar nuestro trabajo, que consiste justamente en comentar -libremente- lo que en ellos se expone. Una fea costumbre a erradicar.
Sobre eso he escrito en la revista NÚVOL La fiscalització del periodisme cultural.