miércoles, 11 de noviembre de 2020

727. A FALTA DE BARES, LECTURAS

Las recientes restricciones en Catalunya, que además del cierre de cines, teatros y salas de concierto incluyen la clausura completa de la hostelería y un toque de queda a las 10 de la noche que es completamente ridículo por innecesario, nos aboca a los últimos reductos que nos han dejado: los libros.

Los libros nos aguardan en las bibliotecas -donde sólo se ha salvado el servicio de préstamo- y en las librerías, donde a día de hoy aún podemos hojearlos sin miedo a contagiarnos de ningún virus. Y es que los brillantes epidemiólogos han descubierto que el papel no contagia, algo que les podíamos haber dicho los que llevamos décadas escarbando en legajos polvorientos.

O sea que las librerías son ahora nuestros bares, acogedores lugares de encuentro en los que poner en común todo lo que está visto que no quieren que pongamos en común. Por eso he publicado Si no hi ha bars, beurem dels llibres en la revista NÚVOL.