Hace ya demasiado tiempo que arrastramos los defectos de la sagrada Constitución de 1978, defectos que van del nulo interés por reparar la memoria histórica a la inmovilidad del estado de las autonomías. Sin olvidar el maldito bipartidismo, que va a acabar con la poca democracia que nos queda. Ahora lo que era el bipartidismo PP-PSOE se ha convertido no ya en un bipartidismo derecha-izquierda, sino en dos frentes claramente contrapuestos: el que quiere que todo siga igual y el que quiere un cambio de timón, ya sea en lo que al estado de las autonomía se refiere (la independencia), ya sea en la lucha por un país mucho más social y justo (Ada Colau, Carmena & cia). En este marco, la postura en Cataluña de los que se han unido contra el independentismo me parece altamente peligrosa, cuando no claramente regresiva.
Sobre ello he publicado en el diario ARA Carta als amics unionistes.