"Hija de Micaela Amaya y de Paco Amaya 'el
Chino', como en el caso de Edith Piaff, su escuela fueron las muchas tabernas
no siempre lujosas a las que desde los seis años acompañaba a su padre,
guitarrista. En la Barcelona de principios de siglo se habían puesto de moda
los tablaos: El cangrejo flamenco, Casa Escaño… y cómo no Las siete
puertas, que aún existe. No tardó en correr la voz de lo bien que bailaba
aquella pequeña morenita, a quien la fuerza parecía salirle de lo más hondo del
alma. En esos tablaos entrenó su arte y era aún una adolescente esmirriada y
nervuda cuando, en los años 20, acompañó a París a la gran Raquel Meller
formando parte de su espectáculo. Es seguro que Raquel Meller no sospechaba que
llegaría a superarla en fama. Por cierto que Carmen además de bailar, también
cantaba."