"En el parisino Distrito IX, a los pies de
Montmartre, hallamos el barrio de Pigalle, donde Edith Piaf desgranó sus
primeras notas. Desde buen comienzo deslumbró con su voz y con su apariencia
singular: un metro y cuarenta y siete de estatura, el cabello rizado, los ojos
tristes y el mentón pronunciado. Como artista lo daría todo y a la vida tampoco
le escatimaría nada, entregándose a ella por completo. Digna heredera del mundo
circense, su existencia fue un número de prestidigitación: llegó hasta lo más
alto y desde allí cayó en picado, como sólo los que han llegado a la cima
pueden caer [...]."